El molino de Francisco García Rubio está en la calle de la Balsa, frente a esta. Estuvo en funcionamiento entre la década de 1940 y la de 1990. Fue un molino harinero cuya maquinaria era accionada con energía eléctrica. Junto a Francisco García «el molinero» trabajó Francisco Faura (Paco «el marañoso»), desde que entró como aprendiz a los dieciséis o diecisiete años hasta que cesó la actividad del molino.
Se restauró en los años 2014-15 por el arquitecto Fernando de Retes, con ayudas del Programa de Desarrollo Rural de la Región de Murcia 2007-2013 (LEADER), en el marco del proyecto «Recuperación del Patrimonio Etnográfico y Cultural de la calle del Agua de Pliego».
El edificio del molino es modesto, de planta rectangular, muros de mampostería y cubierta a un agua con tejas de cañón. Tiene dos alturas comunicadas por una escalera interior. La planta baja era la zona de trabajo; junto a la entrada hay un hogar con chimenea y a mitad de la sala un cuarto pequeño para un motor. La planta alta era diáfana y se utilizaba como oficina, almacén, taller de reparación, etc. Había una cuadra adosada al oeste del molino, con pajar y cubierta por un terrado.
La corriente eléctrica activaba toda la maquinaria del molino por medio de dos instalaciones independientes.
Instalación eléctrica 1. Daba servicio al motor 1 –en la planta alta– y al molino del trigo y máquina de cerner harina de la planta baja.
Instalación eléctrica 2. Daba servicio al motor 2, molino de la cebada y máquina limpiadora de grano de la planta baja.
Mediante motores y transmisión mecánica –poleas y correas– se ponían en movimiento los engranajes de los molinos y el resto de las máquinas. El motor 1 tiene 10 caballos de potencia. Desde la planta alta, con una correa y polea movía los engranajes del molino del trigo y, aprovechando la rotación, el de la máquina de cerner harina. El motor 2 tiene 20 caballos de potencia. Está en el interior del cuarto pequeño de la planta baja. También mediante correa y polea activaba los engranajes del molino de la cebada. Asimismo, con otras correas y poleas ponía en movimiento la máquina de limpiar trigo.
Eran las encargadas de transformar el cereal en harina mediante un proceso de limpieza y molido del grano y cernido de la harina. Se emplazan conforme a un circuito de trabajo: en la entrada, a mano derecha, está la máquina limpiadora de grano; al fondo, los molinos; de vuelta, a mano izquierda, la máquina de cerner harina.
La máquina limpiadora del trigo, «la limpia», se encargaba de eliminar las impurezas del grano. Era una estructura de madera cuyos componentes funcionaban mediante poleas y correas. El grano se echaba en la tolva, era cribado en el garbillo, luego el ventilador expulsa la hojarasca y el polvo por los respiraderos y, finalmente, dos husillos lo conducían hasta un capazo. En este último tramo, el trigo era humedecido con agua para facilitar su molienda varios días después. Esta máquina fue construida en Murcia, en el taller de A. Fernández Cutillas, sito en la calle Sagasta, números 37 al 45.
El molino era la máquina principal, pues convertía el grano en harina. Había dos juntos, cada uno especializado en moler un tipo de grano: el molino del trigo, el de menor tamaño, a la izquierda, y el molino de la cebada y el maíz. Ambos están compuestos por una tolva de madera –donde se echaba el grano– y dos piedras que lo trituraban al girar una sobre otra: encima, la corredera; debajo, la solera. Un guardapolvo de madera resguarda cada juego de piedras. Esta parte del molino se sustenta sobre una plataforma de madera –la solera–, elevada respecto al suelo de la sala, bajo la cual están los engranajes cónicos que posibilitan la transmisión del movimiento a la piedra corredera por medio de un eje vertical. La harina resultante se deposita en los harinales, cajones de madera situados en el frente de la plataforma.
Con la grúa, situada entre los dos molinos, se ponían o quitaban las piedras de ambos cuando era necesario, insertando el extremo de las medias lunas en orificios del canto de las muelas. Las dos muelas de repuesto que pueden apreciarse son del molino de la cebada, con un diámetro de 1’30 m y 35 cm de grosor. Sus caras tienen grabados radios rectos –las «regatas»– para expulsar la harina. Estas superficies se mantenían en condiciones trabajándolas con un martillo –bujarda– mientras los surcos se afilaban con el pico.
La máquina de cerner, el «torno», se empleaba en exclusiva para la harina de trigo. Su estructura es de madera. En el interior, arriba, hay un cedazo de tela alargado que gira horizontalmente y un husillo acostado abajo que lleva la harina a la salida, donde era recogida en costales. Por una salida contigua caía el salvado. Para abastecerse de harina, esta máquina tenía como complemento una cinta transportadora: estructura de madera levantada en diagonal que contiene una cinta sinfín con pequeños recipientes –los «cacillos»–, que llevaban la harina desde un cajón al lado del harinal hasta el «torno». La máquina de cerner fue construida por la renombrada empresa Francés y Berenguer Hermanos, de Alicante, con talleres en la calle Ferré Vidiella. Estaba especializada en la construcción de maquinaria para molinería y panadería. La fundaron Herminio Francés y sus cuñados, los hermanos Berenguer, durante la Guerra Civil.
Era la ganancia del molinero por su trabajo. En el caso del trigo se cobraba en especie, en grano: por cada fanega de trigo se maquilaba un celemín. La cebada solía cobrarse en dinero. Las medidas de maquilar eran un celemín, medio celemín y la cuartilla.
En las paredes del interior del molino hay numerosas inscripciones y dibujos realizados a lápiz y con pintura roja por Francisco García y algunos de sus operarios. Pueden encontrarse nombres propios, cuentas, listados de precios, firmas, dibujos de rostros y figuras humanas, vehículos (camión), motivos incisos geométricos, etc.