La cocina local es el resultado del mestizaje cultural y de los gustos culinarios de los pueblos y civilizaciones que han habitado en este territorio. Asimismo, su situación geográfica y el clima han condicionado un arte culinario de obligado reconocimiento. Es parte de la cocina murciana, con la que comparte el mérito de su originalidad, la frescura de sus productos y materias primas, y la elaboración ancestral de muchas de sus recetas.
Es una cocina en la que predominan los productos vegetales de la huerta murciana, siendo frecuentes como entrantes una buena ensalada de lechuga y tomate, o la ensalada de alcachofas, pimiento morrón y atún, sin dejar atrás la ensalada de ahumados, el revuelto de verduras, o las verduras a la plancha, hasta recetas híbridas en los que los productos de la huerta son mezclados con pescados, tal es el caso de elaboraciones como la ensalada de bacalao con verduras.
Otra parcela merece la de los “guisos” como la olla gitana, la olla de cerdo y el tradicional caldo con pelotas, o la preparación de los “arroces”, con una variedad sin igual: dónde el arroz se acompaña con cualquier producto: caso del arroz y conejo con caracoles serranos, sin descuidar recetas más genéricas como es el caso del arroz y verduras.
Pero, como Pliego, es tierra adentro, a la cocina de pescado y carne murciana, se añaden otros productos típicos del lugar como las migas y sus postres, en los que la ascendía árabe aportan su originalidad, famosos son los suspiros, las tortas de pascua que inundan la región, o los paparajotes.